Pero lo que me lleva a escribir este artículo no ha sido nada de eso, sino la aparición de la nueva serie de Dan Harmon, el escritor tras el éxito de Community. Que Harmon es conocedor del mundillo del rol no es una gran sorpresa, en especial después de ver su episodio Advanced Dungeons & Dragons. Pero esta vez ha dado un paso más allá y nos ha traído un programa totalmente dedicado a los juegos de rol en una mezcla entre serie de animación y programa de invitados, los cuales han sido elegidos de manera muy acertada, aportando ingenio y humor al transcurso de la historia.
Para ello Harmon se ha unido a Spencer Crittenden, con el que ya había trabajado en alguna ocasión, que en este show hace de DM, y a los otros dos jugadores habituales, Jeff Davies y Erin Mcgathy, que ya formaban parte del podcast HarmonTown. En este grupo Spencer parece que es un jugón de toda la vida, muy aficionado a D&D, mientras que el resto parece que también tienen algo de experiencia, aunque de menor grado. Pero lo que les falta en experiencia lo suplen con una gran capacidad de improvisación dramática, siendo cómicos y escritores de profesión.
La premisa es sencilla. Los 4, junto a un jugador invitado diferente en cada programa, se juntan para participar en una partida de rol, en un teatro lleno de público, que viene a disfrutar del espectáculo. El enfoque del programa es más el de un show de improvisación cómica, con la partida de rol como hilo conductor para crear un espectáculo diferente. Para ello Crittenden prepara una historia dividida en diez capítulos, relativamente sencilla y bastante dirigida. Los jugadores tienen sus propios personajes, proporcionados por el Director de juego, al parecer, pero sobre los que ellos mismos aportan durante la partida una capa de detalles interesantes y personalización acorde a los jugadores.
Esto da lugar a un show sobre partidas de rol muy diferente del que estamos acostumbrados a ver con otros programas como Titansgrave o las decenas de vídeos de partidas de rol que puede uno encontrar en Youtube. La historia la pone el Master, bastante lineal, pero el humor viene dado en gran medida por la interacción de los jugadores, por su manera de improvisar y crear situaciones absurdas e hilarantes dentro del limitado campo que tienen en la historia. En lugar de tratar de abrirse paso y encontrar alternativas a lo que el máster le sugiere los jugadores aceptan con gusto la línea argumental y se dejan llevar, sacando satisfacción en las pequeñas victorias y en las hilarantes situaciones creadas por la interacción con el resto de jugadores.
Mientras que en Titansgrave se trata de que el espectador comprenda los mecanismos y reglas tras cada una de las acciones de los personajes, en HarmonQuest las reglas no son más que un recurso, una herramienta para contar la historia. El máster no abre ninguno de los libros en ningún momento, tan solo su pequeña libreta azul llena de apuntes sobre la historia. En la mayoría de los casos es el máster el que hace las tiradas y anuncia los resultados y el daño en caso de ataques, aunque lo hace a mesa abierta, sin pantalla de ningún tipo. Lo único que necesitamos saber de las reglas es que las tiradas pueden ser buenas y malas, críticos y pifias, que se mencionan de pasada, pero sin explicar los razonamientos o motivos tras ello. Los jugadores no tienen que preocuparse de las reglas para nada. De vez en cuando miran su lista de habilidades o conjuros, pero más allá de eso confían totalmente en lo que el máster les dice que pueden hacer.
Si solo fuera eso, el programa ya resultaría interesante de ver, pero HarmonQuest da un paso más allá y añade una capa más al invento, usando los diálogos para dar forma a una animación que se superpone a la imagen real de los jugadores en el teatro. En realidad HarmonQuest casi parece más una serie de animación, ya que gran parte del peso de la historia la lleva la parte animada, hasta el punto de que a veces te olvidas de los actores que hay sentados a la mesa, dando voz a los protagonistas. La narración va cobrando vida, con los personajes moviéndose por el mundo narrado por el director de juego, e incluso interactuando con este mismo durante la ficción animada. Así, el grupo de aventureros se ve acompañado casi todo el tiempo por una representación animada del DJ, que responde a sus preguntas, les hace indicaciones e incluso tira los dados ante ellos, antes de responderles si logran hacer algo o no. El resultado es una mezcla muy extraña a varios niveles de ficción y realidad que resulta muy entretenida de presenciar. Pero que funciona porque el show original, mientras estaba siendo grabado, ya resultaba divertido, ya que en definitiva se trata de una sesión de teatro improvisado, donde los cómicos aprovechan las reacciones del público presente para guiarlos en su interpretación.
Resulta curioso como en entrevistas y reportajes sobre la serie se habla continuamente de cómo han trasladado la experiencia de D&D a un show televisivo, pero durante la partida el sistema que parecen usar es Pathfinder, con los libros bien visibles sobre la mesa, aunque solo cumplen una función decorativa.
Aquí lo importante es sin duda la interacción de los jugadores, sus bromas, y la interacción entre los propios personajes. El máster se curra una historia entretenida y dramática, con sorpresas, enemigos interesantes y momentos de tensión. Pero sobretodo son escenarios que dan a los jugadores oportunidades para hacer uso de sus habilidades cómicas. Harmon y su semiorco ranger Fondue, traumatizado por el abandono de su padre cuando era un niño, y tratando de dejar atrás sus iniciales tendencias cobardes. Davies y su goblin Boneweevil, con su odio por la letra escrita y sus complicadas emboscadas. Mcghaty y su amazona berserker que es una negada en diplomacia y hace estatuas de huesos con los cadáveres que va encontrando en sus aventuras. Todos los personajes están brillantemente definidos gracias a las actuaciones de los protagonistas.
En definitiva creo que HarmonQuest es de visión casi obligada, y puede ser una gran herramienta para introducir a gente en este mundillo. Las reglas se quedan a un lado, para mostrarnos la capacidad de los juegos de rol de atraparnos y hacernos sentir parte de la historia, implicándonos totalmente en la misma. Pero además nos encontramos con que la historia resulta realmente interesante. Algo sencilla y tópica por momentos, pero sin duda es encomiable la labor de Spencer a la hora de introducir los elementos principales de la historia y conducirla adecuadamente dentro de los límites del formato, dejando espacio a los jugadores para hacer lo suyo, pero mostrando un mundo interesante y una trama con los suficientes puntos originales como para mantener el interés del espectador.